Años después de que el volcán Ilopango los arrasara, la civilización maya volvió al lugar del evento. Recogió las cenizas de aquella catástrofe ocurrida en el año 539 y, con ellas, construyó una pirámide que hoy conforma al icónico sitio arqueológico de San Andrés, situado en el actual El Salvador. Esta fascinante historia es detallada en una investigación publicada en Antiquity.
El autor de esta investigación, Akira Ichikawa, realizó excavaciones y datación por radiocarbono para desvelar el impacto socio-cultural del fenómeno geológico.
El panorama
De acuerdo al estudio, aquel evento generó un declive en la civilización maya: no sólo se perdieron vidas, sus asentamientos y fuentes de alimentación. También se habrían visto afectados por el cambio climático que trajo consigo temperaturas más frías. Estas condiciones obligaron a que los pueblos de la zona escogieran al fértil valle Zapotitán como su nuevo hogar, a 45 km de San Salvador.
Lo nuevo
Ichikawa sugiere que:
- Los nativos y algunos posibles sobrevivientes de la erupción usaron las cenizas y tierra como materiales de construcción del asentamiento en el valle de Zapotitán, entre los años 600 y 900 d.C.
- Nativos habrían construido el asentamiento en San Andrés y la pirámide para “aplacar la ira de los dioses, quienes habían desencadenado la erupción”.
- La construcción pudo ocurrir durante 30 o hasta 80 años posteriores al suceso volcánico.
Los números
- 539 d.C. es el año en que el volcán Ilopango o Xilotepec (cerro del elote en náhuat), hace erupción en evento llamado “La erupción Tierra Blanca Joven”.
- Es la erupción más grande de América Central en 10,000 años y la más grande de la Tierra en 7.000 años
- 16 Km separan al ahora lago de origen volcánico Ilopango, de la capital San Salvador
Por qué es importante
El estudio retrata los cambios socio-culturales de los mayas a partir del desastre. Ellos demostraron grandes despliegues de desplazamiento, reestructuración y resiliencia para construir nuevos espacios de supervivencia y consecución de sus prácticas rituales religiosas, artesanales, agrícolas e identitarias. Todo ello suma a la herencia de los pueblos originarios de El Salvador y Mesoamérica.
El Salvador es un territorio con volcanes aún activos e Ilopango es uno de ellos.
Con el fin de mitigar los riesgos y la vulnerabilidad del país, ante los fenómenos geológicos registrados en el pasado, es monitoreado constantemente.
Entre líneas
San Andrés reúne las condiciones para ser considerado un sitio clave de investigación de asentamientos prehispánicos por sus erupciones y los cambios sociales que estas representan.
- Las pirámides eran consideradas montañas sagradas, ligadas a la percepción de deidades, antepasados, cosmología, tradiciones e historia oral.
De acuerdo al Ministerio de Cultura:
- San Andrés comprende una acrópolis conformada por una plaza elevada con estructuras piramidales, casas de habitación en la parte superior y a su alrededor chozas pequeñas que servían como vivienda de los agricultores que cosechaban principalmente: maíz, frijol y ayote.
- Los artesanos de la comunidad construían vasijas de cerámica e instrumentos de la muy preciada obsidiana (cristal volcánico).
- Las construcciones estaban conformadas por adobe en bloque, exceptuando ciertas estructuras que fueron erigidas con el “talpetate”, como se le conocía a los bloques derivados de la lava volcánica.
Wilbert Monterroza
Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, tecnología que suma.
Sobre N+1: Es la primera revista online de divulgación científica y tecnológica que permite la reproducción total o parcial de sus contenidos por medios de comunicación, bloggers e influencers, realizando la mención del texto y el enlace a la web: “Esta noticia ha sido publicada originalmente en la revista N+1, tecnología que suma”.