Un oasis en medio del desierto de Atacama, hoy territorio de Chile, sirvió como un centro para el comercio de loros y guacamayos para toda la región andina durante la época precolombina. Esa fue la conclusión de un análisis de restos momificados de estas aves, cuyos resultados fueron publicados en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
El estudio, que revisó restos de cuerpos completos de aves y plumas halladas en un sitio arqueológico en Pica, Chile, y otros lugares en el desierto de Atacama, reveló que comerciantes en caravanas de llamas transportaron aves vivas en distancias de más de 500 kilómetros. Esto ocurrió entre los años 1100 y 1450 después de Cristo, luego de la caída de Tiahuanaco, la civilización andina que tuvo gran poder por siglos antes de los Incas.
Los loros y sus plumas desempeñaron un importante papel importante en las tradiciones de los indios de Atacama: simbolizaban estatus y se usaban en rituales religiosos. En muchas culturas, las plumas coloridas servían como símbolo de riqueza y de fuerzas sobrenaturales. Un claro ejemplo de lo dicho eran los tocados con plumas de loros grandes, como los guacamayos y amazonas, comunes en la América del Sur pre-hispánica. En las regiones donde no abudaban los loros, como las zonas altoandinas o los oasis desérticos en el Atacama, se usaban plumas traídas de la jungla por rutas comerciales todavía desconocidas. A veces, se importaban a las aves vivas.
Un mercado de loros en medio del desierto
Un equipo de expertos dirigido por José M. Capriles de la Universidad Estatal de Pensilvania decidió analizar este tipo de comercio más detalle. Se centraron en los hallazgos de loros momificados y sus plumas en el desierto de Atacama en el norte de Chile, donde el clima seco proporciona una excelente conservación de materiales orgánicos.
En total, Capriles y sus colegas recopilaron información sobre los restos de veintisiete loros de los sitios arqueológicos de Atacama (que actualmente se conservan en museos de Chile y Estados Unidos). Los investigadores estudiaron 23 de ellos en detalle y tomaron muestras de tejido de 15. La mayoría de los loros estudiados provienen de un sitio de Pica, el eje central del sistema de caravanas de llama en la era precolombina.

La datación por radiocarbono mostró que la mayoría de los loros de Atacama vivieron entre el 1100 y el 1450 d.C. Al comienzo de este período, cayó el imperio de Tiahuanaco, y luego Atacama pasó a formar parte del Imperio de los Incas. Durante este período, el comercio de caravanas y el intercambio de bienes florecieron en los oasis de Atacama, describieron los autores.
Aparentemente, los habitantes de los oasis de Atacama enterraron a los loros muertos junto a las personas. Las aves fueron destripadas, se les quitó la cola y se les envolvió en una tela, para luego someterlas a un complejo proceso de momificación ritual. Después de su muerte, a algunas personas se les aves momificadas en posiciones raras; por ejemplo, abriendo el pico y sacando la lengua. No está del todo claro claro con qué propósito los indígenas enterraron a los loros.
Variedad de especies (a la venta)
Basándose en el color del plumaje sobreviviente y las características estructurales del esqueleto, los expertos pudieron establecer las características sistémicas de los loros estudiados. Dieciséis de ellos eran representantes de uno de los géneros Ara, nueve Amazonas y dos aratingas, del género de Psittacara. Algunos de los especímenes fueron identificados por especies: entre ellos se encontraban nueve guacamayos rojos (Ara macao), un guacamayo azul-amarillo (Ara ararauna), cuatro amazonas cara azul (Amazona aestiva), dos amazonas pálidas (Amazona farinosa), un guacamayo amarillo, una Amazona coronada (Amazona ochrocephala), dos Amazonas soldado (Amazona mercenarius) y dos aratus de cara roja (Psittacara mitratus).
Ninguna de estas especies es natural del Atacama. La mayoría de ellos habitan selvas tropicales y sabanas a cientos de kilómetros al norte de los oasis de Atacama. En los áridos valles al este de los Andes sólo viven los loros de cara roja y, en menor medida, las amazonas de cara azul, pero esto también está bastante lejos de los lugares donde se encontraron los especimenes. Por lo tanto, los loros fueron capturados en la naturaleza, transportados a oasis a través de las montañas y mantenidos en cautiverio aquí. No está claro si las aves fueron criadas en cautiverio. Probablemente fueron apreciados como mascotas y como fuente de plumas de colores brillantes.
Situación de las aves en cautiverio
La condición física de las aves evidenció cómo estas la pasaban en cautiverio. A algunos loros se les cortó sus plumas de vuelo y se les desplumó durante toda su vida. En un individuo, Capriles y sus colegas encontraron rastros de una fractura de ala curada. Al menos dos aves llevaban correas de cuero en las patas y a otro le habían cortado la punta del pico.
Las aves también sufrieron problemas de salud como consecuencia de haber estado cautivas, y ante una dieta escasa en nutrientes al no estar en su hábitat natural. Los isótopos revelaron que habían sido alimentados con maíz que probablemente cultivado con el guano de aves marinas transportadas desde la costa, alimento que no habría existido en sus áreas de distribución nativas.
Un comercio descentralizado
En otra fase del estudio, los miembros del equipo reconstruyeron los genomas mitocondriales de cuatro guacamayos rojos, los loros más comunes en los entierros de Atacama. Los especímenes momificados pertenecen a la subespecie sudamericana Aara macao macao, pero provienen de diferentes poblaciones geográficas. Esto indica que la compra de loros en los oasis de Atacama, a diferencia de otras regiones de la América precolombina, estaba descentralizada.
El comercio de vida silvestre estaba bien desarrollado en el otro lado de la Tierra, en el Antiguo Egipto. Según un estudio reciente, los egipcios exportaron primates (Papio hamadryas) de la región que cubre la actual Etiopía, Djibouti, Eritrea, así como partes de Somalia y Yemen. Estos animales personificaban al dios de la sabiduría Thoth y se usaban en rituales religiosos.
Daniel Meza
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