Al cumplirse casi cinco años de iniciada la pandemia, los niños pueden nuevamente sentirse seguros en espacios abiertos inteligentes.
2025
Por Juan Scaliter.
Hoy Pi llevará a su hija de 10 y a su hijo de 7 al parque infantil cercano a su casa. Para ello no solo se visten con ropa deportiva, sino que también se ponen sus pulseras inteligentes. Desde hace casi una década, ha quedado clara la importancia que tiene la actividad física en los menores de edad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los menores realicen 60 minutos de actividad moderada a vigorosa todos los días. La mayoría de los niños no alcanzan ese objetivo. A nivel mundial, el 81% de los jóvenes de 11 a 17 años no alcanza ese umbral, según un análisis publicado en enero en The Lancet.
En este contexto, los parques infantiles son un excelente recurso para eludir la inactividad y combatir la obesidad infantil. ¿El problema? Son una fuente de virus por la constante idas y vueltas de niños y niñas. O lo eran.
En junio de 2020, casi cinco años atrás, un equipo de científicos descubrió que era posible cubrir superficies como plásticos, metales, madera y telas con un material capaz de evitar que el virus SARS-CoV-2 (y en verdad la mayoría de los virus conocidos) sobreviva en ellas.
Se trata de NANOVA HYGIENE+ y fue lo que permitió que los parques infantiles volvieran a abrir y Pi pudiera visitarlos con sus hijos sin problema. ¿Y la pulsera inteligente qué tiene que ver? Muy buena pregunta.
Debido a la inactividad provocada por la pandemia y a la creciente cifra de problemas vinculados a la obesidad infantil, la OMS convenció a muchos países del mundo a volver obligatorio para niños y niñas de entre 4 y 10 años el uso de pulseras con GPS, acelerómetro, sensor de fuerza y con la capacidad para medir la frecuencia cardíaca.
El objetivo no era que los niños hicieran deporte y ya, sino divertirse al hacerlo. Estas instalaciones ofrecen la oportunidad de alentar a los niños a ser más activos en su vida cotidiana.
Y es que, de acuerdo con investigaciones del experto en deporte infantil Jasper Schipperijn, de la Universidad del Sur de Dinamarca, “el juego hace que la actividad física resulte mucho más tentadora y sencilla de mantener como rutina”.
Schipperijn junto a Nicholas Ridgers, quien durante décadas investigó los parques infantiles, fueron fundamentales en la adaptación de estas zonas recreativas tal y como las conocemos actualmente. Si antes los juegos eran simples medios, ahora, gracias a sus sensores y conectividad, se han convertido en espacios interactivos.
Cuentan con dispositivos que miden la fuerza, el tiempo en el que realizan un recorrido y van proponiendo nuevos desafíos acordes con las habilidades.
Toda la información se envía a la pulsera inteligente que evalúa el estado físico y la calidad del sueño para recomendarle a los niños una nueva actividad al día siguiente. En 2025 ya es habitual que los parques reciban a los hijos de Pi (y a todos en verdad) por sus nombres y les alientan a llevar a cabo actividades en las que están implicadas la coordinación, el equilibrio, la velocidad y la fuerza.
Analizan cada variable para sugerir nuevas rutas capaces de aumentar sus cualidades y que cada día tengan un desafío que les aleje del aburrimiento y la rutina.
Ahora los juegos (en los parques) son inteligentes: miden la fuerza, el tiempo en el que realizan un recorrido y van proponiendo nuevos desafíos acordes con las habilidades de los niños.
Escalada, barras, subir rampas, trabajar en equipo, todo ello es posible en el marco de los nuevos parques interactivos que hoy están en la mayoría de las ciudades. Y no importa si es el más cercano a nosotros o se encuentra en una zona de vacaciones: el sistema automáticamente se conecta a la pulsera y descarga el registro de actividades (sin nombre, para respetar la privacidad) y adapta las sugerencias, con pequeñas vibraciones o luces para indicar la ruta que el niños o la niña debe seguir.
La hija de Pi, de diez años, ya no tendrá que usar pulsera el año que viene y por ello ha pedido, para su cumpleaños, una camiseta inteligente (conectada a la red y capaz de medir constantes biométricas) como las que usan los mayores. Una forma de mostrar que ya no es una niña.
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10
Escribe: Juan Scaliter
Edita: Daniel Meza
Ilustra: Ulises Lima
Este artículo fue publicado en NewNormal.Lat.